EL AÑO DE NARS

Se que esta entrada tendría que haber llegado mucho antes, pero desde que empezó el año he estado absorbida por otras cuestiones que me han impedido dedicar tiempo al blog.

Si este año pasado se ha caracterizado por algo, ha sido por el descubrimiento de Nars. Sabía de la existencia de la firma desde hace mucho, pero no ha sido hasta ahora que me he decidido a adquirir ''algunos'' productos, y mi relación con ellos es de flechazo total.

Tímidamente me hice con mi primer colorete, Torrid, no podía ser otro. Poco después me enamoré de los coloretes en mosaico que sacaron a finales de verano exclusivos de Sephora, y después de un gran debate interior se vino conmigo el Soulshine.

Seguidamente vino el Boys don't cry de la colección justo anterior a la del Soulshine y ya, de perdidos al río, me hice con el trío Arabian Night que, porque no, había que probar que tal van las sombras.

Finalmente, la locura de la que creo que no he recuperado todavía la cordura: paleta de coloretes Killing me Softly (no, no sale en la foto, creo que le han salido patas), Splendor in the Grass y como no podía ser de otro modo One Night Stand.

Como veis, me ha sido imposible no sucumbir a las colecciones de Nars de este año, y aunque prometo comportarme el año que acabamos de estrenar, no me arrepiento de haberme decidido a probar sus productos. Y aunque se trate de una relación completamente insana, es una relación que durará muuuchos años.

Me parecen unos productos de una calidad muy buena pero que evidentemente se paga. Los coloretes tienen una gran pigmentación y generalmente son sedosos, tienen una gama de colores muy amplia y para todos los gustos. Las sombras son simplemente espectaculares, no hace falta insistir para conseguir buena pigmentación y son muy cómodas de trabajar. 

Y aunque Nars no ha empezado precisamente con buen pie el año, esperemos que poco a poco se reconduzca y nos sorprenda con la buena calidad como nos tiene acostumbrados en todos los sentidos.